Instrumentos de Gestión Ambiental: Forma sobre Fondo

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Para hablar de los instrumentos de gestión ambiental, primeramente, debemos recordar que es la gestión ambiental. Desde el punto de vista más básico, la gestión ambiental es la armonización del desarrollo económico con la protección del ambiente. Así pues, no existe dicotomía entre el desarrollo económico y la protección del ambiente, más bien son complementarios, sustentándose uno del otro y para ello entran en juego los instrumentos de gestión ambiental.

Los instrumentos de gestión ambiental son herramientas desarrolladas y utilizadas por la sociedad para la protección del ambiente mediante el logro de los objetivos trazados en las políticas y programas que persiguen garantizar un desarrollo equilibrado con la protección del medio donde se ejecuta la actividad económica, estos instrumentos están diseñados en atención a su temporalidad de acción (predictivos, como los estudios de impacto ambiental o de seguimiento, como las auditorías ambientales o las guías de buenas prácticas ambientales) o al tipo de intervención (económicos, como los incentivos ambientales, de planificación, como los mecanismo de información ambiental) en todo caso cada uno de estos instrumentos tiene su función y son un medio para alcanzar una imagen objetivo, por lo que deben ser ejecutados de forma complementaria y no ejecutarlos de manera desarticulada como ocurre en nuestro país; con los consabidos resultados.

No solamente la desarticulación de su ejecución es la que está minimizando los resultados que deben obtenerse en cuanto a la protección del ambiente y el desarrollo económico sustentable, sino la falta de conocimiento profundo de los fundamentos de cada uno de estos instrumento, esto conlleva a la ralentización de proyectos de inversión tanto públicos como privados, sustentados en la discrecionalidad de los fiscalizadores y en la ponderación excesiva de la forma de los instrumentos y no en el fondo de los mismos.

Todos los instrumentos se basan en evaluaciones, que deberían ser realizadas con la rigurosidad que la ciencia exige, y no sobre premisas paradigmáticas como cada vez más se dan en la elaboración y evaluación de los instrumentos presentados para la sustentación de un proyecto. Tanto los profesionales que cada vez más se dedican a la elaboración de alguno de los instrumentos de gestión ambiental, así como los que trabajan dentro de las instituciones fiscalizadoras están dejado de lado los procesos científicos que deben ser la piedra angular de la gestión ambiental y se centran en las formalidades, que aunque necesarias no pueden ser excluyentes ni valorarse sobre la metodología científica que debe aplicarse en la evaluación ambiental.

Esto significa que la identificación exacta de los objetivos o impactos ambientales, su cuantificación y jerarquización de forma correcta y replicable, no puede ser despreciable con relación a la forma del documento que contiene esa información, como por ejemplo a la secuencia numérica del índice de ese documento. Las evaluaciones ambientales al igual que el ambiente, son dinámicas y no pueden pretenderse encasillarse en una lista de verificación, o en una guía preconcebida.

Debemos tener un conocimiento concreto de los fundamentos de los instrumentos de gestión ambiental, priorizar en la aplicación sistemáticas de las técnicas científicas de evaluación y a la aplicación articulada de los mismos, en esencia anteponer el fondo a la forma a efectos de potenciar los beneficios que la aplicación de estos instrumentos nos brindan para alcanzar los objetivos ambientales que nos lleven a un verdadero desarrollo sostenible.